La belleza de la ciudad
Buenos Aires es hoy
una ciudad hermosa porque hace 30 años era muy hermosa. En estos treinta y pico de años la ciudad ha
vivido de glorias construidas en el pasado, tanto en lo arquitectónico y
patrimonial como en sus cualidades de “ciudad para ser vivida”. Ha vivido
devorando su propio ser, devorando la belleza que la constituye. Podemos decir
que una foto de la ciudad de Buenos Aires de hoy es bella pero mucho mas bella
es la foto de la ciudad hace 30 años.
Si en vez de ver
fotos vemos la película del recorrido de esta ciudad, tomamos una mejor
impresión del cómo y el por qué de las
transformaciones de sus cosas y de su gente. La transformación de la ciudad no puede, como
en otros ejemplos mundiales endilgarse al crecimiento demográfico, ya que la capital tiene desde la década del
60 la misma cantidad de población, en torno a los 3 millones de almas. Por
tanto hay que buscar en otras variables la trayectoria que ha seguido Buenos
Aires desde Cachiattore a Macri.
Si vemos en una
película lo que se ha planificado de esta ciudad notamos los profundos
desequilibrios entre zonas, que no son más que el reflejo del desequilibrio
entre grupos sociales. Que este desequilibrio no se halla materializado en la
conformación de guetos urbanos como ocurre en otras capitales de Latinoamérica
se debe más que nada al pasado de la ciudad que en parte logra absorber las
intervenciones atomistas que viene sufriendo hace mucho. Desde la Autopista 25 de Mayo, una de las mas
importantes obras de disolución de la trama urbana y social de la ciudad, hasta
el desacople de la calidad de las instalaciones educativas, la ciudad viene
absorbiendo los golpes y sigue manteniéndose unificada y… bella. Las fuertes identidades barriales de otras
épocas están allí resistiendo las intervenciones urbanas uniformadoras de lo
estético.
El retorno de la Elite
Hay una elite en la
ciudad, como en todos lados la elite
dispone mayores recursos que los demás sectores, tiene una función de guía
sobre los demás, y es reconocida en ese rol. El dato es que hoy esa elite
gobierna in corpore la ciudad. Ahora bien, esa elite no es la que nos
imaginamos como aquel patriciado del
siglo 19, la actual es una elite de posición y no de origen. No conoce sus orígenes o no le satisfacen del
todo. Por tanto se revela como tal por
sus consumos y por sus oposiciones, se diferencia geográficamente y en los
hábitos de consumo.
En efecto, la
relación que se establece entre los sectores medios y medios/bajos con la elite
de consumo porteña es una larga novela de amor no correspondido. Un amor despreciado que parece
retroalimentarse en ese mismo acto de desprecio.
Por traslación
electoral diremos que parece haber un 50% de la población que ama a esta
elite, sin ser correspondido nunca, ¿tal
vez traten de incorporarse a ella?, tratando que sus hogares se parezcan a los
de la elite, moviendo las trazas catastrales para cubrirse con el nombre de los
barrios de la elite, mientras esta última hace todo para diferenciarse de esos
sectores que la desean. Impulsos nada
nuevos ni exclusivos de Bs. As. pero
reveladores de una auto identificación sufrida.
Ni esta elite ni
ningún otro sector social organizado de la ciudad ha decidido ampararla, ni
siquiera ser su benefactor hedonista. Por lo que la ciudad esta expuesta a la
libre depredación individual, los únicos
actos de defensa de parte de la elite, tienen como enemigos a imaginarias ordas
de extranjeros y cada tanto a quienes viven esta ciudad y duermen en la
provincia de Buenos Aires, lo que mas bien es un acto de des responsabilización
que resulta acorde a lo poco que los sectores medios le exigen a la elite en
funciones.
Una parábola se
establece entre la famosa migración de la elite desde los barrios viejos a la
zona norte cuando la fiebre amarilla, ese parece ser el patrón que sigue la
elite porteña desde hace 200 años: minimizar su exposición al riesgo,
abandonando y ocupando áreas de la ciudad de acuerdo a escasas planificaciones.
El plan de la elite para la ciudad:
Planificar supone
fijar el resultado deseado de una acción y estimar los resultados no deseados.
En una ciudad todo esta interrelacionado y por tanto la planificación urbana
debe comprender todas las variables. Si se altera un elemento hay que esperar
efectos en todos los demás.
¿Hay un modelo
liberal de ciudad en marcha?
Primeramente habrá que descartar algunos versículos simplones de origen
izquierdo progre que resumen todo en pensar que la elite encabezada por Macri
se ha tomado la molestia de acceder al gobierno para acumular ganancias
económicas. Diremos que no parece muy lucido de parte de Macri semejante
esfuerzo para garantizar algo que ya tiene plenamente garantizado. Diremos que
hay una dimensión épica o de trascendencia que opera allí en la voluntad de
esta elite para grandeza de si misma que la empuja a semejante esfuerzo.
Es difícil
rastrearlo y hacerlo explícito: Se nos
presenta un conjunto de acciones de embellecimiento del espacio publico,
Enfrentamiento con los trabajadores estatales en distintos frentes, cruzados
con acuerdos con algunas conducciones sindicales, modificaciones del uso de
algunas dependencias publicas, discursos y acciones centradas en la inseguridad
urbana, alteraciones en el presupuesto que desfinancian programas sociales tradicionales
de la ciudad.
Un plan que resulta
cuando no parece haber ningún plan, es un constructo inacabado que tiene como
boceto la propia imagen, es la construcción de algo a imagen y semejanza de
quien lo esculpe pero que una vez terminado no se parece a nada ni nadie y es
como un Frankestein.
La elite en el
gobierno construye la ciudad a su imagen y semejanza, parte de sus necesidades
y las generaliza, vuelve soberana su subjetividad y considera un acto de
grandeza repartir algo de su forma de vida entre los demás sectores.
Esto se manifiesta
patentemente en el foco de las acciones del actual gobierno, que no son los barrios residenciales de la
elite, sino el resto de la ciudad. Poco
y nada ha cambiado la zona elegante. El centro de las acciones esta un los
barrios del sur y en el área céntrica. Principalmente porque nunca, bajo
ninguna otra administración, esos barrios de la elite se han sentido amenazados,
han sido siempre el punto de concentración de todos los desvelos municipales,
ya sean peronistas, radicales o progresistas. El eje pasa por otro lado. En el
plano urbanístico los grandes proyectos actuales apuntan a acelerar lo que se
denomina proceso de gentryficación[1]. Técnicamente significa la incorporación a un
barrio de estrato medio o bajo de un grupo de un estrato social mas alto, que al instalarse genera transformaciones en
el entorno social y económico del barrio.
El gobierno actual
llega hasta allí, esta apalancando un gran proceso de gentryficación sobre las
zonas postergadas de la ciudad, es decir quiere que parte de la elite se
localice geográficamente en estos barrios para vivir, para trabajar y
desarrollar otras actividades, al tiempo que dotaran al barrio de su modo de
vida, consumo, estética, etc. Esto no es para ellos un acto culposo, les parece lo mejor que pueden ofrecerle a
esa gente que los ama. Los efectos de la gentryficacion están bien estudiados
en todo el mundo y no suponen nada bueno para los vecinos originarios. Por lo
general no pueden beneficiarse de nada de lo que esta “gentry” aporta al barrio y padecen el automático aumento del costo
de vida fruto de la especulación que se desata ante el primer anuncio acerca de
la nueva composición social del barrio. En efecto sin que un barrio cambie en
nada material, con el solo anuncio de una incorporación de gente de mayores
ingresos al área, todos los precios se actualizan a ese nuevo sector: la
tierra, los alquileres, el costo de los servicios, el valor de los productos
minoristas, etc. Luego surge la fiebre de la sofisticación y todo empieza a
disponerse para ganar dinero y prestigio con la llegada de la gentry: los bares cambian su decoración
y se vuelven copia de copias, las viviendas populares son desalojadas para dar
lugar a los grandes negocios que se vienen, o simplemente aumentan su alquiler,
los comercios habituales cambian de rubro y se estandarizan. Pero lo que más
cambia es la gente, muchos vecinos no pueden pagar por esos nuevos servicios y
se tienen que ir a otros barrios o a lugares mas degradados dentro del
original: pegados a la autopista, o la vía del ferrocarril, etc. Y todo eso
convive con una economía más degradada y ocultada que es a la que recurren los
vecinos originales. Con los nuevos vecinos reales o imaginarios llegan también
las nuevas medidas de seguridad. Para los recién llegados todo da miedo,
incluso los vecinos originarios. Quien tenia un departamentito estará feliz
quien alquilaba ya no estará.
Así como los
barrios de la elite están y siempre han estado muy lejos de cualquier riesgo de
“negrificación” si se permite el nuevo neologismo. La demanda latente en
los barrios medios y medios bajos ha sido la de siempre: que alguien los
incorpore a la elite.
La ilusión
empresaria:
El otro gran trazo
del plan liberal para Buenos Aires se desarrolla en los interiores del propio
Estado. Allí la cruzada por la eficiencia no tiene cuartel. La elite atiende
directamente los mostradores estatales y ha decidido transformar la
administración publica de la ciudad con sus 130.000 agentes en una máquina
eficiente: cabe aclarar que esta ilusión empresaria es una fuente de mística
muy poderosa, es la banda sonora que los funcionarios de la elite escuchan en
su interior y los impulsa con fuerza a la tarea, para ellos es la recuperación
de la patria chica que había caído en manos de las burocracias plebeyas. Es una
fuente de mística tan poderosa que permite hacer convivir la lógica politiquera
-que la elite ha aprendido rápidamente-
con un plantel paralelo de empresas consultoras que duplican el trabajo
de la administración pública. En efecto la lógica de la eficiencia empresaria
no parece llevarse del todo mal con la lógica del puntero, de las barras
bravas, de la convivencia con sectores de poder como los prostibulos o “la
liga” de los remates, etc.
La eficiencia
empresaria llevada al estado para agilizar lo que una burocracia “ideologizada”
no sabía y no quería hacer bien. Se
busca crear el ayuntamiento eficiente para agilizar la circulación de las
prestaciones estatales con contrataciones de altísimo costo con empresas
privadas para embellecer el espacio publico, estas intervenciones en el espacio
publico además de innecesarias en su mayoría.
Tienen solo un carácter preparador para ulteriores procesos de gentrificación.
La aversión al riesgo
El gran rasgo de la
elite en gobierno, el comportamiento empresario financiero tiene una lógica
fundante diferente a la de los grandes capitanes de la industria del siglo 19,
evitar el riesgo, esta es la clave de un
especulador exitoso. Términos como “reducir la exposición al riesgo” son parte
del manejo propio de las carteras de inversión, especialmente las
especulativas. Algo similar vemos en la gestión de la elite y su aversión al
riesgo político de gestionar cuestiones complejas como por ejemplo el subterráneo.
Muy distinto a aquellos industriales de riesgo que montaban fábricas, ciudades
y organizaciones sociales, tomando todos
los riesgos en su nombre para su gloria y su patrimonio. La elite de hoy
minimiza los riesgos y solo explota lo que esta seguro. Una plaza o un festival
de teatro.
Gobernar solo lo
lindo y trasladar la responsabilidad por lo feo es una de las grandes tácticas
que la elite italianizada macrista viene jugando con gran éxito en estos casi 5
años de gobierno.
Octavio Ciaravino
La Urbe
[1] Neologismo que proviene del termino inglés “Gentry” que define el grupo social selecto y
admirado.